6° GRADO. BLOQUE IV. ARTES VISUALES
Aprendizaje esperado: Valora la importancia de conservar y difundir el patrimonio artístico mexicano.
LA INTERPRETACIÓN
La interpretación es una de las actividades humanas, muy necesaria, que se aplica a cualquier campo del quehacer y desarrollo de la humanidad. Consiste en dotar de significado o descifrar los significados subyacentes en datos, objetos, entes, acciones, situaciones o fenómenos. El objetivo de la interpretación es servir como puente de comprensión entre el objeto incomprendido y el sujeto que no comprende.
La traducción es una forma de interpretación en un nivel muy básico, que se aplica casi exclusivamente al campo de los idiomas; cuya utilidad se constriñe a un lugar y un tiempo específicos y que tiene por objetivo básico trasladar los significados con la mayor fidelidad posible.
La interpretación, por el contrario, no solo se aplica en diversos campos, sino que, para su finalidad, puede vincular, cruzar y mezclar aspectos de los diversos campos en una narrativa única o puede crear narrativas múltiples (enfoques interpretativos) en base a cada campo aplicado en la significación del objeto de estudio.
Gracias a la interpretación, el hombre ha podido predecir y manejar los procesos naturales internos y externos, han podido descubrir el comportamiento de las estrellas o de los átomos, ha podido discurrir sobre culturas desaparecidas, predice tendencias de consumo, etc. Científicos, sociólogos, arqueólogos, psicólogos, politólogos, físicos, químicos, doctores, ingenieros, docentes, todos, todos se ayudan de ella pero, más importante, gracias a la interpretación el hombre común es capaz de acceder y comprender información de diversa naturaleza, originalmente reservada para conocedores y especialistas.
Aunque la interpretación puede incidir en lo individual, local y temporal, como en la psicología o la industria, pretende, generalmente, ampliar su territorio de influencia y trascender más allá de lo regional, más allá de la época, de la cultura, del idioma, de los campos del saber humano, etc.
Una de sus condiciones básicas es ser fiel, de alguna manera, al contenido original del objeto interpretado, sin embargo, el ingrediente más importante y enriquecedor de la interpretación es que esté aderezada de la observación y opinión del intérprete.
Lo más interesante de la labor de la interpretación no es la parte en que descifra o crea significados, o relaciona objetos, personas, sucesos y contextos, o encuentra semánticas impensadas, coherentes y reveladoras. Lo más interesante es la manera como establece la comunicación con los sujetos para la difusión de sus hallazgos. Porque no se ciñe al lenguaje oral o escrito, sino que se vale de todos los lenguajes o incluso puede crear lenguajes para establecer puentes de comunicación más efectivos y generar una mejor comprensión en sus interesados.
Aunque no es el único, el arte es el mejor ejemplo de la complejidad de este proceso pues, además de la multiplicidad de lenguajes usados en él, de manera pura o mezclada, puede establecer una comunicación semántica individualizada, o sea, que puede crear un enfoque interpretativo distinto para cada persona, dependiendo de las condiciones particulares en que sucede el contacto entre la obra objetiva y la subjetividad del espectador.
Cada obra de arte se confecciona de manera minuciosa, sistemática y sistémicamente, por su autor, para comunicar su interpretación de una realidad objetiva que vive, conoce y/o le obsesiona, para acercar la comprensión de la misma en las generaciones presentes y futuras.
El artista usa cada signo y cada símbolo disponible para crear su mensaje y puede, si lo considera necesario, cambiar el nivel y significado preexistentes para elaborar lenguajes nuevos. Su única motivación es lograr una comunicación más allá de lo racional para coadyuvar en una comprensión amplia y profunda, a niveles sensoriales, emocionales e intelectuales.
La obra de arte puede contener tal cantidad de mensajes y enfoques interpretativos, y alcanzar tal magnitud de complejidad en el uso de materiales y lenguajes que, como realidad concreta, se convierte en un objeto atractivo para la nueva interpretación.
Prácticamente nadie resiste la tentación. Los críticos de arte, los historiadores del arte, los docentes de arte, el público conocedor y hasta el no conocedor suelen exponer, por los medios con que cuenten, sus interpretación particular de la obra, buscando socializarla para influir y, si es posible, determinar la interpretación que los otros hacen de la misma obra.
A este fenómeno le llamaremos: reinterpretación.
LA REINTERPRETACIÓN
La reinterpretación es un proceso por demás interesante y enriquecedor, pues amplia, profundiza y mejora la interpretación. Podemos considerarla como una evolución interpretativa. Su mejor aporte es que reviven, redinamizan, retraen las viejas interpretaciones y las actualizan, las contextualizan.
Por supuesto, entre más compleja sea la reinterpretación, hará más interesantes, ricas y trascedentes la interpretación primigenia y la reinterpretación. En el caso del arte, sucede cuando los nuevos artistas reinterpretan las viejas obras mediante al arte mismo.
Antes de la llegada de las tecnologías de grabación y captura, algunas disciplinas artísticas, fundamentalmente las de las artes escénicas como el teatro, la danza y la música, no contaba con más canales de difusión que a través de otros artistas. La obra dramática, por ejemplo, solo podía ser apreciada por el público mediante su reinterpretación a través de la obra de teatro. Los artistas se dividieron en base a sus roles. Hay, por ejemplo, músicos creadores (compositores) y músicos intérpretes.
Si bien es cierto, los artistas intérpretes sirven como puente de acercamiento comunicativo entre la obra y el público, no debiéramos considerar su trabajo como simple interpretación, ya que ellos se dedican a interpretar una interpretación previa. Debiéramos considerarlos pues: reintérpretes.
El papel histórico del reintérprete ha sido muy importante, ya que, gracias a él, la obra de arte podía llegar hasta el público y causar el impacto interpretativo deseado pero, al mismo tiempo, siendo un arte efímero, la reinterpretación quedaba en el olvido y sólo trascendía la obra primera, o sea, la primera interpretación.
“Creer en una ficción ajena y vivirla sinceramente, ¿es según ustedes una bagatela? ¿Acaso no saben que esa creación sobre un tema ajeno es muchísimo más difícil que la elaboración de una ficción propia...? Nosotros rehacemos la obra de los dramaturgos, descubrimos lo que hay en ellas oculto por las palabras, insertamos en el texto ajeno nuestro propio subtexto, establecemos nuestra relación con las personas y sus condiciones de vida; lo reelaboramos y le añadimos nuestra fantasía. Intimamos con él, nos identificamos física y psíquicamente, hacemos nacer en nosotros la “verdad de la pasión”; como resultado final de nuestro arte creamos una acción productiva, estrechamente unida a la ficción de la obra; elaboramos imágenes vivas, características de las pasiones y los sentimientos del personaje interpretado.” (Stanislavsky, C. 2009)
Los desarrollos tecnológicos han permitido la aparición de las denominadas Artes Audiovisuales, y gracias a ellas, los artistas creadores y los artistas intérpretes han podido integrarse y convertir su labor en fases distintas en la creación de una misma obra concreta y perdurable que se comercializa por las industrias discográfica, cinematográfica y de video.
Sin embargo, ello no puso fin, ni ha frenado la reinterpretación. En las últimas décadas, el cine ha dedicado gran parte de sus esfuerzos a revivir y reinterpretar obras de la literatura, del drama y hasta del cómic, consideradas clásicas. Incluso, el público se muestra igual o más atraído ante la idea de ver la segunda versión cinematográfica de otra obra también de origen cinematográfica.
Dadas las leyes de mercado, y la necesidad de garantizar consumos seguros, la industria del entretenimiento nos ha acostumbrado a que todas las obras audiovisuales son susceptibles de segundas, terceras, cuartas versiones, etc.
Las artes visuales y plásticas, por el contrario, por su formato (foto, cuadro, mural, escultura, edificio, etc.) desde siempre han sido emblema del arte perdurable que no tiene segunda versión. No obstante, también han sido motivo de nuevas interpretaciones, o sea, de reinterpretaciones.
FUENTES:
Stanislavski, K. El Trabajo del Actor sobre Sí Mismo en el Proceso Creador de la Encarnación. Alba Editorial, 2009. ISBN 9788484284703
Eje de apreciación: Observación de imágenes que se consideren patrimonio artístico.
Eje de expresión: Reinterpretación plástica de una imagen artística del patrimonio cultural mexicano (pinturas, fotografías y grabados, entre otras).
Actividad 1. Investiguemos las obras visuales que se consideran patrimonio cultural mexicano. En la historia de México, han existido muchos artistas que han retratado e interpretado distintos aspectos de nuestra cultura nacional. Tal vez los más conocidos sean los llamados “nacionalistas” como José María Velazco, Diego Rivera, Clemente Orozco, Frida Khalo, etc. Pero no son los únicos. Investiguemos sobre otros autores y otras obras, de preferencia, de origen cercano a nuestra localidad y socialicemos nuestros hallazgos en el salón.
Actividad 2. Reinterpretemos nuestro patrimonio.
De entre las obras y artistas que se socializaron, debemos elegir una obra. La que más nos guste, la que mejor entendamos o la que más se nos facilite reinterpretar. El objetivo es partir de la interpretación original para contextualizarla con nuestra realidad actual y crear una nueva interpretación de nuestro contexto nacional o local.
Eje de contextualización:
• Investigación de manifestaciones culturales y artísticas como elementos que favorecen la construcción de identidad.
• Discusión acerca de las formas para conservar y difundir el patrimonio artístico de su región.
Actividad 3. Valoremos nuestro patrimonio
Se dice que las obras artísticas, no solo son reflejo de una realidad, sino que sirven para construir una identidad comunal. En base a las obras investigadas y traídas al salón, reflexionemos y descubramos si existen indicios de que esas obras pudieron influir (de alguna manera) en el desarrollo histórico de las sociedades mexicanas, cuál fue su ámbito de influencia y cuál la fuerza con que influyeron en ella, determinando o no un rumbo distinto al que hubiese tenido sin su existencia.
Reflexionemos si siguen influyendo a la sociedad actual, si su influencia es buena, y si es necesario preservar, no solo la obra física, sino su influencia social y artística.
Finalmente, imaginemos acciones que podríamos realizar en la escuela para preservar el patrimonio artístico nacional, regional y local, considerado nuestra herencia cultural.
Documenten sus procesos y envíenos aquí sus reflexiones y sus obras reinterpretativas para que las publiquemos en este sitio.
Espero que se diviertan con este tema y les mando un saludo
El Promotor
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